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¿Y ahora...?

Sí, teniendo en cuenta las firmes bases de mi hedonismo, no debería afectarme. Debería ser natural conseguir mis propios propósitos sin precuparme por nada incluso cuando no están definidos. Estar por estar, divertirme estando y cuando no, dejar de estar. Pero, para mi desgracia, me afecta.

Una vez más, el miedo. Y, como es costumbre, no sé a qué. ¿A parar, a seguir? Mirar hacia atrás o hacia delante sólo hace que se acentúe mi nerviosismo. No puedo estarme quieta, ni puedo seguir caminando. No puedo dejar las cosas como están, pero ¿qué podría hacer? Todo parecía tan fácil. Y lo parece a veces. Tan simple como respirar. Otras, en cambio, me ahogo en mí misma.

Puede que me esté complicando la existencia.

Debería pararme a pensar.

O mejor: que alguien decida por mí.

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