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Mich

Llorando, sí, no me avergüenza decirlo. Llevo todo el día con ganas de llorar, y ahora, por fin, estoy llorando. ¿Por qué? Porque no entiendo a la gente. Empiezo a pensar que soy la única cuerda en un mundo de locos, o peor, que soy la única loca en un mundo de cuerdos. Basándome en mis relaciones sociales de las últimas 48 horas, el porcentaje de gente que me ha rodeado que utiliza la lógica y el sentido común a la hora de hablar no debe de superar el 10%. Y me temo que estoy siendo optimista.

Necesito una buena borrachera. Necesito una noche de fiesta en la que realmente no me preocupe de nada más. Necesito poder dormir sin estar pendiente del reloj. Necesito volver a ser lo que yo era: yo. Y recomendar sin sentimiento alguno de culpa a la gente que me rodea que se meta sus demostraciones, sus celos, sus inseguridades, sus problemas y sus mierdas por el recto. Que bastante tengo con soportarme. Ser un día, un sólo día, egoísta. Egoísta de verdad, no como se me considera todos los días. Egoísta e irresponsable. Da igual lo que haga. La cagué, y lo voy a tener hasta grabado en mi puta lápida.

No me interesa tu novio, CÓMETELO. No se me va a olvidar limpiar, ni recoger, ni tender o destender la ropa, vamos, un mínimo de confianza. No voy a dejar de ayudarte a estudiar, puesto que no me das un puñetero descanso. No pienso faltar a nada, ahí muera en el intento. No he terminado de estudiar, ni tengo el día libre por no tener clase. No va a haber movidas, al menos no contigo. No voy a fallar a nadie, más que a mí misma. Pero de éso sólo me preocupo yo.

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