- Te quiero.
- Lo sé.
- ¿Tú me quieres?
- Sí, te quiero.
- ¿Quieres que salgamos juntos?
- No.
- Pero si has dicho que me quieres...
- Precisamente por eso. Pongamos que empezamos a salir, y que hacemos del otro nuestro mundo. Pongamos que somos felices durante unos meses, años incluso, y que nos aceptamos tal y como somos, porque nos adoramos. Pongamos que superamos lo que nos venga, que los días que pasamos juntos son geniales y las noches, aún mejores. ¿Cuánto tardaríamos en acostumbrarnos? ¿Cuánto tardaríamos en dejar de valorar a la otra persona como se merece, en habituarnos a tener su compañía? Una vez llegados a ese punto, ¿cuánto nos llevaría empezar a caer en picado, a tener discusiones absurdas, a quejarnos de cosas de la otra persona e incluso a intentar cambiarnos? Y, tarde o temprano, todo se acabaría, y tú y yo nos odiaríamos. Claro que te quiero, muchísimo. Por eso no quiero salir contigo.
- Pero yo quiero estar contigo, no tiene por qué salir todo mal. Podríamos ser felices...
- Y yo quiero que seas feliz, pero no conmigo. Quiero que seas feliz por ti misma.
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Hace 9 meses
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